Así titula la revista Science un interesante estudio interdisciplinario realizado por investigadores japoneses y reproducido por Jano.es. Ellos trataron de aclarar los mecanismos neurocognitivos asociados a la envidia y a la alegría ante de la desgracia ajena. Esto lo desarrollaron a través de estudios con resonancia magnética.
Mientras que sentimientos positivos como la alegría, el gozo y el amor mejoran nuestra salud, los negativos, como el odio, la envidia y el temor crónico la deterioran. Sabemos que las emociones y sentimientos negativos son capaces de generar cambios bioquímicos en nuestro cerebro que pueden conducirnos a la enfermedad.La envidia es falta de amor. Resulta que la falta de amor nos enferma. Este estudio muestra uno de los efectos físicos resultantes: nuestro cerebro lo traduce "como dolor físico". La envidia "sale de adentro y contamina a la persona", dijo Jesucristo (Marcos 7: 23)
(Jano.es.)Investigadores del Instituto Nacional de Ciencias Radiológicas en Inage-Ku (Japón) han identificado las áreas del cerebro que procesan emociones como la envidia y el placer ante las desgracias ajenas. Los resultados, que se publican en “Science”, muestran que los sentimientos de envidia se procesan en la región cerebral asociada al dolor físico.
Los investigadores utilizaron resonancia magnética funcional para observar qué regiones del cerebro respondían a las emociones de envidia y de gusto por las desgracias y el dolor ajenos.
Dirigidos por Hidehiko Takahashi, realizaron dos estudios de resonancia magnética funcional en 19 sujetos sanos y analizaron sus respuestas neuronales a dos emociones sociales en varios contextos.
Descubrieron que los sentimientos de envidia estimulaban la corteza cingulada anterior dorsal, la misma región asociada al dolor físico, mientras que el sentimiento de regocijo en el mal de otros desencadenaba actividad en el estriado ventral, que procesa las recompensas.
Los resultados también mostraron que estas señales de recompensa fueron más intensas cuando algo malo le sucedía a la persona que los sujetos envidiaban.
Estos descubrimientos demuestran por primera vez la relación dinámica entre los dolores y placeres sociales y también sugiere que el cerebro humano podría tratar las experiencias sociales abstractas como experiencias físicas en mayor medida de lo que se pensaba hasta el momento.
Fuente: Science 13 February 2009: Vol. 323. no. 5916, pp. 937 - 939 (referencia en Science) y http://www.jano.es
Mientras que sentimientos positivos como la alegría, el gozo y el amor mejoran nuestra salud, los negativos, como el odio, la envidia y el temor crónico la deterioran. Sabemos que las emociones y sentimientos negativos son capaces de generar cambios bioquímicos en nuestro cerebro que pueden conducirnos a la enfermedad.La envidia es falta de amor. Resulta que la falta de amor nos enferma. Este estudio muestra uno de los efectos físicos resultantes: nuestro cerebro lo traduce "como dolor físico". La envidia "sale de adentro y contamina a la persona", dijo Jesucristo (Marcos 7: 23)
(Jano.es.)Investigadores del Instituto Nacional de Ciencias Radiológicas en Inage-Ku (Japón) han identificado las áreas del cerebro que procesan emociones como la envidia y el placer ante las desgracias ajenas. Los resultados, que se publican en “Science”, muestran que los sentimientos de envidia se procesan en la región cerebral asociada al dolor físico.
Los investigadores utilizaron resonancia magnética funcional para observar qué regiones del cerebro respondían a las emociones de envidia y de gusto por las desgracias y el dolor ajenos.
Dirigidos por Hidehiko Takahashi, realizaron dos estudios de resonancia magnética funcional en 19 sujetos sanos y analizaron sus respuestas neuronales a dos emociones sociales en varios contextos.
Descubrieron que los sentimientos de envidia estimulaban la corteza cingulada anterior dorsal, la misma región asociada al dolor físico, mientras que el sentimiento de regocijo en el mal de otros desencadenaba actividad en el estriado ventral, que procesa las recompensas.
Los resultados también mostraron que estas señales de recompensa fueron más intensas cuando algo malo le sucedía a la persona que los sujetos envidiaban.
Estos descubrimientos demuestran por primera vez la relación dinámica entre los dolores y placeres sociales y también sugiere que el cerebro humano podría tratar las experiencias sociales abstractas como experiencias físicas en mayor medida de lo que se pensaba hasta el momento.
Fuente: Science 13 February 2009: Vol. 323. no. 5916, pp. 937 - 939 (referencia en Science) y http://www.jano.es
Comentarios
también me llamó la atención una frase casi al final: .."sugiere que el cerebro humano podría tratar las experiencias sociales abstractas como experiencias físicas en mayor medida de lo que se pensaba hasta el momento. "
hay un psicoanalista francés (médico también por cierto), Jacques Lacan que decía: "la palabra mata la cosa" y el camino a la cura es hablar sobre lo que no ha sido nombrado.
Aquí le encuentro relación con lo que usted refiere: experiencias antes del desarrollo del lenguaje transformadas en experiencias físicas. Son las más difíciles de reconstruir y de sanar porque refieren a un estado físico, algo que no se puede traducir en palabras porque ocurrió antes de desarrollar el lenguaje, en los primeros estadios de la infancia. Pero talvés en aquella oportunidad resultó tan efectivo que continúan trasladando emociones y sentimientos en sensaciones físicas.
también me llamó la atención una frase casi al final: .."sugiere que el cerebro humano podría tratar las experiencias sociales abstractas como experiencias físicas en mayor medida de lo que se pensaba hasta el momento. "
hay un psicoanalista francés (médico también por cierto), Jacques Lacan que decía: "la palabra mata la cosa" y el camino a la cura es hablar sobre lo que no ha sido nombrado.
Aquí le encuentro relación con lo que usted refiere: experiencias antes del desarrollo del lenguaje transformadas en experiencias físicas. Son las más difíciles de reconstruir y de sanar porque refieren a un estado físico, algo que no se puede traducir en palabras porque ocurrió antes de desarrollar el lenguaje, en los primeros estadios de la infancia. Pero talvés en aquella oportunidad resultó tan efectivo que continúan trasladando emociones y sentimientos en sensaciones físicas.
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