Hay más efectos para atribuir al estrés. Sabemos que puede elevar la presión arterial, afectar a nuestro sistema inmunológico (y con ello ser más susceptibles a infecciones, cuando se deprime; o a enfermedades autoinmunes, cuando se dispara sin control), alterar el sueño, el funcionamiento de los sistemas digestivo y endocrino (glandular) y un sinfín de efectos nocivos, buena parte de ellos sufridos en proporciones epidémicas hoy en día. Tenemos además, que puede alterar los niveles de colesterol en la sangre. Una publicación de la Asociación Estadounidense de Psicología, da cuenta del estudio realizado por especialistas del Departamento de Salud Pública del University College de Londres. Ellos estudiaron las reacciones al estrés de 199 individuos sanos de mediana edad , cómo éste afectaba sus niveles de colesterol, y si esto podía tener un efecto en su riesgo cardiovascular (posibilidad de tener en el futuro enfermedades del corazón y las arterias, como infartos o accidentes...