El dolor pélvico crónico (DPC) es uno de los mayores retos a
los que se enfrenta la medicina actual. Se trata de un conjunto de síntomas
caracterizado por la presencia de dolor en la región pélvica (es decir, abdomen
inferior, entre las caderas y por debajo del ombligo) que se prolonga durante
al menos seis meses, y que puede ocurrir de forma continua o intermitente.
Puede afectar tanto a hombres como a mujeres,
independientemente de su edad y puede llegar a ser muy incapacitante; su
diagnóstico no suele ser fácil.
Las causas a veces pueden ser de origen ginecológico, digestivo
o urinario. Padecimientos como el síndrome del intestino irritable, infecciones urinarias o ginecológicas (aun ya resueltas) pueden estar
implicados. En muchos casos no se identifica la causa que origina el dolor y
esto conduce a quienes lo padecen a un auténtico peregrinaje, de unos
especialistas a otros, retrasando el diagnóstico y el tratamiento.
En datos de la Sociedad Española de Ginecología y
Obstetricia un 15% de las mujeres en edad reproductiva presentan dolor pélvico
crónico.
Un estudio llevado a cabo por el Departamento de Terapia Neural y Medicina Alternativa de la Facultad de Medicina de la Universidad
Nacional De Colombia, en Bogotá, buscó medir el resultado en pacientes que
consultaron por dicha sintomatología y que fueron tratados con Terapia Neural.
El estudio incluyó un grupo de mujeres de entre 15 y 65 años (media
40.9 años) pertenecientes a la consulta externa de medicina alternativa de la
Universidad Nacional de Colombia sede Bogotá (CASE) y al Hospital Meissen.
Ellas recibieron entre 3 y 10 sesiones de Terapia Neural.
El estudio, realizado por la Dra. J. León Ruiz mostró una
mejoría significativa en el 89% de las pacientes , mostrada tanto en la
disminución de la intensidad del dolor, así como en la disminución de su
frecuencia. La Dra. León Ruiz concluye que “La medicina neuralterapéutica se
constituye como un tratamiento en las pacientes que consultan por dolor pélvico
crónico, con un enfoque integral, al abordar al paciente como un todo, teniendo
en cuenta que existe una interacción entre mente, cuerpo, emociones y ambiente,
no solo tratando su enfermedad, para así evitar tratamientos invasivos
ineficaces.”
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