Hay más efectos para atribuir al estrés. Sabemos que puede elevar la presión arterial, afectar a nuestro sistema inmunológico (y con ello ser más susceptibles a infecciones, cuando se deprime; o a enfermedades autoinmunes, cuando se dispara sin control), alterar el sueño, el funcionamiento de los sistemas digestivo y endocrino (glandular) y un sinfín de efectos nocivos, buena parte de ellos sufridos en proporciones epidémicas hoy en día. Tenemos además, que puede alterar los niveles de colesterol en la sangre.
Una publicación de la Asociación Estadounidense de Psicología, da cuenta del estudio realizado por especialistas del Departamento de Salud Pública del University College de Londres. Ellos estudiaron las reacciones al estrés de 199 individuos sanos de mediana edad , cómo éste afectaba sus niveles de colesterol, y si esto podía tener un efecto en su riesgo cardiovascular (posibilidad de tener en el futuro enfermedades del corazón y las arterias, como infartos o accidentes cerebrovasculares). Se midieron sus niveles de colesterol total, colesterol HDL y colesterol LDL, antes del estudio y tres años después.
El Dr. A Steptoe, uno de los líderes de la investigación, explicó: "Algunos de los participantes muestran un gran aumento (del colesterol ante el estrés), incluso en el corto plazo, mientras que otros muestran muy poca respuesta. Las respuestas de los cambios medidos del colesterol probablemente reflejan la forma de reaccionar a los desafíos en la vida cotidiana. Así quienes muestran más intensos cambios en el colesterol ante las situaciones de estrés, mostrarán mayores respuestas a las situaciones emocionales en sus vidas. Son estas respuestas acumuladas en la vida cotidiana las que darán lugar a un aumento en los niveles de colesterol o lípidos tres años más tarde. Parece que la reacción de una persona al estrés es uno de los mecanismos mediante el cual se pueden desarrollar mayores niveles de lípidos (grasas en la sangre)."
En el seguimiento de tres años más tarde, los niveles de colesterol en todos los participantes en el estudio habían subido, como podría esperarse a través del paso del tiempo. Sin embargo, los individuos con mayores respuestas de estrés inicial tuvieron una elevación sustancialmente mayor en el colesterol que aquellos con respuestas menores ante el estrés. Los individuos en el tercio superior de la respuesta al estrés tenían tres veces más probabilidades de tener un nivel de "colesterol malo" (LDL o lipoproteínas de baja densidad) por encima de los umbrales clínicos que la que tenían los individuos en el tercio inferior de la respuesta de estrés. Estas diferencias eran independientes de sus niveles basales de colesterol, del sexo, la edad, terapia de remplazo hormonal, índice de masa corporal, el tabaquismo o el consumo de alcohol.
"(Estos cambios) son algo para tener en cuenta. Se nos da la oportunidad de saber que el colesterol puede aumentar en respuesta al estrés y nos pone en alerta para aquellos que pueden tener un mayor riesgo de enfermedad cardiaca coronaria" concluyó el Dr. Steptoe.
Sobre este estudio comentó el cardiólogo Daniel López Rosetti, presidente de la Sociedad Argentina de Medicina del Estrés (SAMES): "El estrés es una reacción física que prepara al cuerpo para la lucha: sube la frecuencia cardíaca, la presión arterial, la actividad bioeléctrica del cerebro, la respiración, la glucosa, los lípidos. Y el colesterol, que aumenta en sus dos formas más dañinas, el total y el LDL. Esto provoca arteroesclerosis, con consecuencias en el corazón y el cerebro. Este estudio prueba la relación entre lo psicológico, lo neurológico, lo inmunológico y lo endocrinológico".
(leer artículo original en inglés)
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